jueves, 20 de mayo de 2010



Lizabel Mónica
La Habana , 1981.

Poeta, narradora y performer. Licenciada en Historia Universal. Primera mención de poesía erótica Farraluque 2004, primer premio de poesía Erótica Farraluque 2007. Integra la antología de poesía “Otras Islas”, Cubeart – 2008.


CONJUNTO DE PALABRAS


Subimos por la ondanada de agua en trozo.
Comentamos entre guiños que el astro es inútil a las
lombrices.
Y le colocamos otro nombre a la escarlata.

Hemos sostenido una mano de otra en la nuestra.
Comenzamos, repetir esto y esto
ininterrumpidamente. Flores que saltan a la vista,
desgarradas por el sol, por la demasía en vapores.
Eso es la vida, rememoro, y sigo sonriendo, mientras
pienso en que mis ojos, en algún instante lejano en el
tiempo, se llenaron de brillantes hierbajos como
estacas; como (toma esto, puedes hacer, debes hacer
algo con ellos).




CONJUNTO DE PALABRAS


Si se pudiera tomar un conjunto de palabras y pulirle
hasta formar la pieza unitaria.
A veces me gustaría tomar la palabra en sí misma,
como por azar, y formar con ella, con el ensamblaje
de varias de ellas, una pieza mayor, una pieza móvil,
pieza cambiante, con palpitación musical, con
bombeo de corazón armónico y orgánico. Blando y
compacto en la fragilidad de un movimiento
intermitente y perenne (hasta que dure la vida que le
mantiene andando…).

A veces, por azar. A cada palabra.

Como pequeñas piezas juntables,
como pequeños trozos inmóviles





Yansy Sánchez Fernández
Santiago de Cuba, 1981.

Poeta y narrador. Licenciado en Filología. Tiene publicados los libros de poesía: “Té Para Bárbaros” y “Maldita Sea”. Ha sido antologado en “Otras Islas” Cubeart 2008.


S/T


De varias patrias mi hermana trae las nueces que comemos para hacernos súbditos. Yo que descreí el favor de la humedad y madre la enviaba con sus piernas húmedas a negociar la paz, a ocupar el puesto de varón que nos trajera nueces las reales de cada día y prometidas mil de los nombres que maldigo y madre escupe, porque ésta sale al mundo, y yo vengo a las domésticas con todo atuendo de cocina y puta de reparto, para mimarla luego que regresa humedecida, de varias patrias, con las nueces que comemos de su mano.


S/T


En el margen del país me han llamado marginal.
Esto es un problema histórico o físico de Dios, que
trague la luz, y no pueda decir el tono que me define;
sino la letra de carnet con que empieza la Noche, el
No terrible y todos los Narginales: mis amigos de
poste que antes de mi también le hubieron despedido,
fueron traídos al no – ser, y me advirtieron antes, que
me llamaran con ingrata o no confiable, que este era
mi destino: tras la raya o el poste para esquivar la
luz, o esconder mis cabezas en el fango.





Liudmila Quincoses
Sancti Spiritus, 1975.

Poeta y narradora. Ha publicado entre otros libros: “Donde se Cuenta la Historia de un Hombre…”, Ed. Luminaria, 1991; “Un Libro Raro”, (Ed. Capiro, 1995); “En el Ultimo Sendero el Iniciado Piensa”, (Ed. Vigía 1996); “Poemas en el Ultimo Sendero”, (Ed. Abril 2002), “El libro de la Espera”,(Ed. Luminaria 2008). Ha obtenido diversos reconocimientos como el Premio Calendario, (Editora Abril, 2002) y Premio Nosside Caribe, Italia, 2003.


CAJA DE AGUA


Íbamos a la casa de unas costureras,
me sorprendía la penumbra de la sala,
los adornos de una gastada porcelana,
los tesoros de aquellas pobres damas.
Nunca las llamaba por su nombre,
era como deshacer el milagro,
yo no estaba.
Recuerdo un tocador inmenso
con sus piezas de mármol,
una cocina, y un lavabo preso en la madera,
como una fuente muerta.
Lo más sorprendente era la caja de agua
con su piedra blanca y la tinaja misteriosa.
¿Dónde estará la niña?, preguntaban las costureras.
Mi juego era sencillo, entraba en aquel mueble,
mi cuerpo se ajustaba a la madera,
era la misma sensación de estar en un cofre.
Durante toda la tarde me escondía,
casi sin respirar, para que no me encontraran,
sepultada, en la caja de agua.



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Habitas la casa de las profundidades
pero tus ojos penetran la tiniebla,
adivinan los paisajes.
Te hablo suavemente en las tardes.
Sé que entiendes esas palabras
con las que describo las cosas,
la vida que te espera.
Todo es silencio dentro del claustro,
A ratos la piel trasluce
y adivinas que afuera
se suceden las constelaciones,
escuchas las mareas crecer en la noche
como tú.
Hija, qué suerte tenerte,
sentir que por ti
otra vez nazco.





Isaily Pérez González
Santa Clara, 1975.

Graduada en licenciatura en letras por la Universidad Central “Marta Abreu”. Tiene publicado el poemario “Una Tela Sobre el Bosque”, que obtuvo el Premio Calendario (2006). (Ediciones Abril, 2007).



La advertida campanada fabular de las ocho y media
rebotaba en los carteles de neón
ordenándonos vivir.
Detenida en mi sorpresa
miro pasar fascinada la suntuosa sonrisa de April Siddons
mi monstruo predilecto.
Como al ralentí desfilan sobre los adoquines
–y quizás para mí–
las piernas larguísimas y perfectas
que pudieran bastarse por sí solas
para hacerme recordarla eternamente.
Otra hubiera querido morir
cerrar los ojos.
Paseantes nos cruzaron por los lados
ajenos al secreto flashazo
de la que vio a los inmortales descendiendo.
Otra hubiera dicho “basta” o “suficiente”
pero soy yo quien te está mirando,
April Siddons,
que tuviste suspendido el tiempo
y ahora como el gato de Cheshire te vas
para dejar flotando sobre un parque circular de Santa Clara
la sugerencia ambigua de tu boca lujosa.



RETRATO JUNTO AL CASTILLO
DE LA FUERZA



Donde debió estar el otoño de 1999
esa foto.
Ella miraba hacia nada suavemente.
Pudo ser más que una foto
un miniado camafeo,
una joya mineral equilibrándome el pecho.
Sin embargo, una foto.





María del Carmen Sanabria Castillo
Matanzas, 1975.

Doctora, poeta y narradora. Ha obtenido diferentes premios como: Primer lugar en el Juan Francisco Manzano, Alfredo Torrroella, Ada Elba Pérez, Abdala. Ha publicado los libros “Noticias del Agua y Animales que me Cuentan”, (Ed. Extramuros). Ha sido incluida en la Antología de poetas y Artistas Cubanos. Diana Edizioni – 2009.


NARCISO


Yo soy la que despierta
Allí en la gota
O en las ondas disueltas por la piedra;
Aprendido el verano
Como nombras cosechas
Semejantes,
Y al margen de los incendios

Yo soy el más antiguo
La estirpe de realengo
Aquel continuo abrirse
De los siervos que juegan a beber,
Permitiendo a la lluvia un posible retorno

Oh mundo que renuevo de caída en caída
Entonces era el alba un rostro entre las hojas,
La espera en el asombro ante mis tránsitos
Intervino el perfume de los lotos,
Acarició su eternidad a un joven.

Y soy su juventud,
El candor de su cuerpo fabulado a mis aguas
Tuve mi nacimiento,
Iba a morir un día,
Como las tantas cosas envidiadas.



A SOLAS


Las madres se esconden para llorar
Lloran a Dios, por Dios, con Dios.
A solas.
Hoy recuerdo a la mía rasgando su guitarra,
Murmuraba canciones en un tono humildísimo
Y con ojos de nube se transformaba en notas.

A sus pies,
La chiquilla mutilaba muñecas
Y egoísta pedía una y otra canción
Tú has entrado en silencio
Y tiras de mi almohada
Yo no tengo guitarra
Pero me escondo a veces
Para llorar a Dios, por Dios, con Dios
A solas.





Daniel Díaz Mantilla
La Habana, 1970.

Narrador, poeta y ensayista. Ha publicado Las Palmeras Domésticas (narrativa, Premio Calendario 1996), “en•trance” (narrativa, Premio Abril 1997) y “Templos y Turbulencias” (poesía, 2004). Ha sido incluido en la Antología de Poetas y Artistas Cubanos. Diana Edizioni – 2009.



MI TORPEZA


En una lengua artificial,
con términos arcaicos, casi muertos,
nombro estaciones conocidas del alma, sentimientos
que comparten el bodeguero, el lama, la mujer y el duende.
Mis preguntas son a veces tus preguntas.
Mi temor es serte vano,
es que el lenguaje nos aparte y mi torpeza.
¿Qué te puedo decir que no diga ya el árbol?, me pregunto.
¿Cuánto puedo soñar que no hayas tú soñado?
Sólo describo esta tangible condición,
pongo a tus ojos las palabras que me he dicho.
Sólo comparto mi luz y mis penumbras,
abro mi soledad ante el lejano espacio de tu mente.
Nada espero de ti, sino que existas.



ESPADAS


Jugamos a creernos ser de acero
y como espadas nos lanzamos al encuentro.
Un solo golpe nos quebró, un solo beso.
Entre la hierba olvidados,
rendida hoy la hoja trunca a la intemperie,
bronco el metal ayer cimbreante,
no reflejamos ya el sol,
nada decimos a este rebaño cabizbajo
que, sobre la vasta llanura,
polvo de guerreros pasta.
¿Manos de una ira absurda fuimos,
la furia del combate nos atrajo
hierro contra hierro en chispas, melladuras;
o fue el destello de tu filo al desnudarte,
los signos en mi hoja,
la pasión con que cortamos el aire
hasta encontrarnos?





Karel Leyva Ferrer
Santiago de Cuba, 1975.

Especialista de Literatura en la Casa de la Poesía de la Oficina del Historiador de Ciudad de La Habana. Ha sido merecedor de los Premios de Poesía Nosside Caribe y Regino Pedroso. Tiene publicado un poemario titulado “Cambio de Marea”. Ha ido incluido en la antología de Poetas y Artistas Cubanos, Diana Edizioni 2009.



OBITUARIO


En el desfiladero
orlado de amatistas y bemoles
está el sitio donde sirve el soldado
su última faena
en la oquedad
ha brotado un musgo
y en el tranquilo rostro
una blanca textura
se enarbola
“Nada como morir
-ha dicho el oficial de turno-
pata hacer nuestro destino imperecedero”
He prendido la luz
y acostado interrogo las últimas palabras
Mis hijas duermen bien
mi esposa tiene miedo de esos sueños
y pregunta que pasa
Cambiamos la estación
la noticia es igual
ha muerto
el tiempo
los músicos regresan
se abre un apartamento para sordos
y desfilan y bailan nuevos muertos
los buenos
y los malos
los ajenos



XI


Una ciudad espera por mis huesos
por la raíz de pájaro indomable
que tiende el mar
Trasquilo
los reyes domésticos sobre el arrecife
en lacónicas notas de salvación
Si hay algo que debo perdonar
será a su tiempo todo importa
hasta el color del vientre del cetáceo
que ahora llamamos isla





Isbel Díaz Torres
Pinar del Río, Cuba, 1976.

Es Licenciado en Biología, graduado de la primera promoción del Curso-Taller Historia y Práctica de la Creación Poética (2003-2004). Ha sido merecedor de los premios Palma Real - 2003, de la Casa de la Cultura Cubana en Torino, Italia; y Mención Premio David 2004, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Ha publicado “Oboe”, (Ediciones Extramuros 2005). Ha sido incluido en la Antología de Poetas y Artistas Cubanos, Diana Edizioni 2009.



OBOE

ADAGIO DEL CONCIERTO
PARA OBOE DE BACH



Alarga como pico cantor y rezuma
–clavicémbalo por sombra–
cerca del lecho de tintas.
Anuncia un buen dios, un amado dios
que se enciende en la penumbra
como carbunclo palpitante
y se devuelve de todas las esquinas,
de la verja oxidada en los adioses,
del transcurrido atardecer.
Infiltra por las mangas aquel perfume doloroso,
aquella brujita ineficaz
que floreció tras
la lluvia
como trino en el vergel donde retoña el oboe.




EN LA NOCHE


¿Dónde te veo? ¿En las letras del bardo?
¿En la sola tristeza de mi roca?
Te veo donde te veo: en la boca
de la noche, en el miedo, allí te guardo.
Cargar con el amor, con este fardo
tremendo, angustia que no desemboca,
llevarlo a cuestas, lento, a mi poca
altura... (respiro hondo... me tardo...)
Llevarlo allí, ponerlo como un pan
en la mesa, sembrar mis surcos todos.
¡Ah, Dios! Si pudiera moldear tus lodos
con su nombre, su semilla al imán
que gira en mi luz... pero no. Mi afán
es verlo en la noche, de todos modos.





Maylén Domínguez Mondeja
Cruces, Cienfuegos, 1973.

Poeta, narradora y editora. Ha publicado: “Historias Contra el Polvo” (poesía 1998), “Evangelista y los Recuerdos” (narrativa 2001). Premio Pinos nuevos 2003. Ha sido incluido en las antologías poéticas Cuerpo sobre Cuerpo, Palabras en la Arena y Antología de Poetas y Artistas Cubanos, Diana Edizioni 2008.


LA TARDE SIMPLE

Mientras contemplas el mar con inocencia,
la tarde simple…
me entretengo en hallar un silogismo.

Ya he visto mucho esas aguas
—te digo.

Hace diez años
amaba esta ciudad que ahora me aturde.

Mucho he mirado ese mar irrepetible,
cuánta esperanza dejé sobre los muros,
para después añorar,
país adentro,
pues la ciudad era intensa
y deseable.
¿Comprendes la incertidumbre que doy?
Mi ambigüedad
hoy nada tiene que ver con lo perdido.

De haber buscado verdades más sencillas
entendería,
agradeciendo esta hora humanamente,
que una ternura
puede alegrarlo todo.
Así de simple.



DE LOS PEQUEÑOS VIAJES


Añoro aquel idioma de los trenes perdidos.

Recostada al paisaje
mi ausencia iba dejando los pueblos neblinosos.
Pude inventarme un mundo de espaldas al que entonces creía superado.

Sería justa la vida
mientras sintiera el paso rieloso de la sangre,
sin nada que ocultar.
Yo apenas sé escribir lo que mi fondo aúlla.

Amaba aquel idioma,
su estela derramada sobre mi vida frágil.
Si hubo nostalgia sería por vanidad,
ese dulzor reservado a quien elige
y se cree a salvo.

Noche provinciana,
sólo tenemos en común
la rancia mansedumbre que hoy me hace claudicar.
Yo apenas sé escribir lo que no puedo darme.

Nada me dice ya un andén,
el mundo es lo que toco bajo la noche inmóvil.





Ana María Pedroso Guerrero
La Habana 1973.

En 1995 se publicó en italiano el cuento La Ventana en la antología de escritores jóvenes cubanos “La Baia Delle Gocce Notturne” por cuenta del editor Besa de Lecce. En 2003 recibió en Italia el premio internacional de poesía “Nosside” XIX edición. Ha sido antologada en la Revista Hispanoamericana de Literatura.






Por qué el tiempo se detiene
sin darse cuenta
que atraviesa el camino
Se detiene
y de nuevo me humedecen tus labios
y salta por el suelo cada botón
de la camisa blanca y
las horas enajenadas de algodón de azúcar
y el pendiente ensombrecedor de mejillas
y el sonido perdido de palabras rebuscadas
y tus manos cubiertas de murmullo
de grillos marineros y
grillos marineros fueron
sin un ancla vencedora de puertos invisibles
benévolos y bienvenidos sean los errores
pertenecientes a esta tierra con el afán
de tus manos
Las luces amordazan el alba
para los necesitados estás en guardia tú.




CUERPO


Quiero que me veas por toda la casa que vuelo desnuda
mientras haces el amor con ella
quiero como un fantasma estallar dentro de tu piel eterna etérea
y erguirme y girar como las aspas del ventilador
que pende del techo de la sala
quiero erguirme de nuevo
Y con dos o tres brazadas entrar a tu cuarto nadando
en la densa neblina que dejaron nuestros viejos olores
mientras veo tus ojos amarillos despojarla de sus inútiles bríos
floto mientras tu cuerpo anida en el suyo y tu estas lejos distante alto
y tus alas están volando otros vuelos
quiero que me veas por toda la casa que vuelo desnuda
mientras tus ojos amarillos me persiguen indefensos
atravieso el jardín el prado el gran bosque
regreso te tiendo la mano
apoyo lentamente en los tuyos la punta de mis pies.

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